sábado, 10 de mayo de 2008

Una impulsiva confesión

Siempre esta la botella que va quedando vacía
ese sueño imposible de realizar
el beso que otro le dará por las noches
una caja de preservativos que no usare con ella
el vaso de agua para calmar la sed de una difícil madrugada
mi boleto capicúa de la mala suerte
el verano en Mar del Plata donde no paró de llover
una cantidad de sinrazones para levantarme en la mañana
y escaparme de una cama compartida con un cuerpo que no recuerdo el nombre.
Todavía quedan otros puertos donde naufragar
siempre hay un punto de partida para ninguno de llegada
una huida que asesine a la rutina
una hoja en blanco que acepte mis mentiras
y en el fondo del barro
siempre terminan siendo sus ojos
sus piernas
sus manos
sus ocurrencias
sus chistes
su perfume
su todo
los que me rescatan de mi,
y si un día no pueden
ya nada importa.


Este es el resultado de quedarme estudiando un sabado a la noche solo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Quién fue el que dijo que los poetas usan mentiras para contar verdades?

(alguien que sabe, seguro)

Rocío dijo...

me quedé triste ahora.