lunes, 27 de diciembre de 2010

Dear Lola


La espero tomando ron, con 2 hielos y coca mientras veo la serie acerca de un escritor mujeriego y borracho que ella me recomendó.

Es viernes por la madrugada y la ciudad se prepara para una nueva guerra; afuera hay autos, cemento, piernas, escotes, mentiras, sexo, sangre, odios y dos o tres amores perdidos. Me sirvo otro vaso, ella debe estar por llegar, viaja 400 km para verme y nadie puede entender la amistad que tenemos, me preguntan si me acuesto con ella -no me creen que no sea así-, sus amigas le preguntan si yo soy homosexual -de poder estaría con todas ellas pero no lo saben- o qué pasa entre nosotros. La relación que tenemos yo tampoco la entiendo, pero es perfecta a nuestra manera. Es un milagro que sea mi mejor amiga, sabe lo peor de mi, todas mis miserias y a pesar de eso me quiere, sin ella no funcionaría, me salva de una realidad que tal vez yo inventé, en cierta forma me rescata de mi mismo.

Llega a las 4, baja del taxi, estoy un poco borracho, se ve tan hermosa que parece un espejismo en la madrugada, corre a abrazarme, hacía mucho que no la apretaba entre mis brazos ni sentía su perfume, la distancia arbitraria es injusta cuando lleva su nombre.

La ayudo con sus bolsos y ella me da la coca cola que le pedí: "seguro es para mezclarla con algo croto", me conoce, "gracias al ron te pude esperar despierto", le respondo y ambos reímos.

En los primeros minutos de charla nos ponemos al día, hablamos de todo a la vez, me muestra la frase de su tatuaje nuevo: "L'amour est l'enfant de la Liberté", por fin ella parece entenderlo, primero hay que estar bien con uno, después se puede pretender amar a una persona y más adelante plantear la idea de un trío a la otra persona.

Mientras ella cena me sirvo otro vaso, no para de quejarse de sus problemas amorosos, de hombres que no la llaman, de tipos que no cambian, de músicos que la conquistan, tiene una envidiable capacidad de amar, lamentablemente la contracara de eso es sufrir y de alguna manera busca consuelo comparándose conmigo porque estoy solo, porque no estoy con nadie, porque estoy con todas. Le explico que ella es la que tiene suerte, aunque sea tiene alguien que la haga sufrir, “entre la pena y el olvido prefiero la pena, de mí se olvidaron y eso es una cagada” le digo, pero me manda a cagar y me dice que ya estoy demasiado borracho para seguir hablando y que más me vale que no le hable de esa mina porque es una histérica y forra.

La llevo a mi cuarto donde ella pasará la noche, le presto una remera manga larga para que use de pijama y me voy a lavar los dientes. La saludo por última vez, lleva puesta sólo la remera que le di y mierda que luce hermosa, nunca la había visto así y me quedo unos segundos perdido, viéndola desde los dedos de los pies que lleva pintados hasta su pelo suelto sin entender como no tiene a los hombres arrodillados.

-¿Qué te pasa?, me pregunta

-Nada Darling, estas preciosa, descansa que mañana tenemos un día largo. Te quiero mucho

-Yo también croto, te extrañaba.

A la mañana siguiente le llevo el desayuno a la cama, la veo dormir y me causa ternura lo grande que le queda mi cama, la paz que parece tener con los ojos cerrados me pone de buen humor. La despierto con un beso en la frente y le doy su café. Mientras planeamos que hacer y donde ir me doy cuenta que nadie puede entender nuestra relación, porque, al igual que ella, es única y perfecta.

1 comentario:

noe mas dijo...

:)
la verdad, a quién le importa qué tipo de relación tengan?
Mientras pueda provocarte todo esto, es muy lindo!