el sol encontró
dos desconocidos
disfrazados de ingenuos amantes
que los bares del destino
unas horas antes
por puro capricho unía.
Con las guardias bajas
en cada beso el fulano confesó
que la soledad ya le pesaba
la sinceridad suele ser peligrosa
pero perdido en ella no le importó.
La mengana, en complice silencio
con las manos recorriendo un nuevo cuerpo lo aceptó.
Sin preguntas no hay lugar para mentiras
pacto tácito de sabanas de alcoba.
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