Descartadas las promesas inmortales
entre noches y sabanas
tiré lo que me quedaba de amor
al buscar tu piel en otra piel
y no sentir el dolor del engaño
porque así de mezquina es mi entereza
que ya no te debe nada
cuando yo lo perdí todo.
Abandonado por los dos
a las garras de un placer innoble
que no por ser compasivo
se niega a matarme,
la tortura nace en las mañanas
en el que ser testigo de mi propio vacío
es mi mayor condena.
Te olvidas del rescate
cuando las calles me hablan de vos
ese infierno se transforma en Mar del Plata
mi pesadilla es esa espera inquieta
pero sin esperanza.
Mientras quisiera quererte
otra vez inofensiva
entre el café de la mañana y un paseo por la costa
sin que la complicidad de tus ojos
se haya transformado en este suplicio.
Y de esta forma no tener que rendirme al olvido
que me envuelve en la soledad de mis noches
intentando quitarme el sufrimiento que me da viva
borrando tu nombre
sin dejar
nada a cambio.
domingo, 2 de agosto de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario