viernes, 16 de septiembre de 2011

Cuando el techo se derrumbe estaré debajo de él

Estoy agotado sobre la cama
hace tres noches que casi no duermo
pasé de la resaca a la borrachera
y viceversa
no sé en que estado me encuentro ahora
las paredes ondulean
y mis manos se estiren a su voluntad
para intentar tocarlas.
Escucho agua de una lluvia muy cercana
pero no me estoy mojando
lo cual es bueno
me relajo con el ruido del agua caer
desnudo y transpirado
sin saber en dónde estoy o por qué.
Una chica envuelta en una toalla sale
por una puerta celes
¿vendrá del paraiso?
se ve muy bien
me sonríe al pasar
tiene esa forma de sacudir las piernas
como una gatita relajada
sabe que tiene cierta sensualidad y encanto
saca su lengua lentamente de su boca
la agita contra sus labios provocándome
-¿Seguís loco?- me pregunta
al ver las paredes cambiar de color
le digo que sí, preocupado, por si se cae el techo
que amaga con venirse contra mí.
Ella se cepilla el pelo una y otra vez
en la radio suena una balada que no sé cuál es
pero puedo cantarla impulsado por el momento
que transita cuadro por cuadro en mis ojos
mientras unos troncos falsos arden en el hogar.
La miro desde muchos lados en simultáneo
preguntándome por qué no es suficiente
con ninguna lo es
sonrío en silencio
admirando lo que no entiendo
acaricio sus muslos y le saco la toalla
buscando el misterio que esconde el sexo.
Sé que está imagen no se repetirá la mañana siguiente
ni la otra
y cuando el cielo se derrumbe
no habrá techo que me salve
ni mujer que me extrañe.

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